Yo, en tus ojos

Hubo veces que me pregunté cómo me veías. Quiero decir, de qué manera me contemplabas y cómo tú interior reaccionaba ante esa visión que yo mismo emanaba. Simple curiosidad, sí, puede ser, pero creo que hay un poco más que eso y es algo que supongo se basa en el amor.
Por las mañanas, al despertar y ver tú espalda desnuda yo mismo tengo una visión que sé es única. He visto también como me miras tú cuando yo duermo y de repente despierto. Estas ahí, con una mirada perdida en mundos que seguramente habitan en mí. Y entonces te sonríes, muestras tus blancos y hermosos dientes y un hoyuelo se dibuja en tus pómulos. Te sé feliz. Sé que en ese momento me ves como no ves a ningún otro hombre, pero no sé que ves y eso me intriga.

Tras despedirnos con un beso y subirme al autobús, una pregunta me solía tomar por sorpresa ¿Cómo sería yo en tus ojos? Mientras el autobús marchaba yo solía mirar mi reflejo en la ventanilla y me preguntaba si así me verías. ¿Se puede ver más allá de lo exterior? Muchas veces he querido preguntarte eso pero jamás lo hice porque supongo que no me he animado. Al regresar por las tardes del trabajo en el autobús, observé siempre otro reflejo de mí, estaba ahí, en los vidrios de las ventanillas. Ese reflejo era distinto al de las mañanas. Tal vez sea porque ya no tenía ese beso cálido y húmedo con el cual me despedías, o esa sonrisa que me energizaba para movilizarme en mi día. Es que todo influye. A veces siento que me pierdo en los reflejos. Que poco a poco parte de mí queda impregnada en las ventanillas del autobús o en los vidrios y espejos que cruzo durante el día. ¿Tus ojos verán lo mismo que los míos?, ¿aún y a pesar del tiempo seguirán viendo lo mismo?, ¿acaso no te lo habrás preguntado?, supongo que sí. Seguramente en algún momento esa pregunta rondó dentro de tú mente y la aquietaste, la mantuviste agazapada para no darle una respuesta rápida y así mantener en vilo el misterio. Sabe mejor así.

Hay días que yo me miro en tus ojos. Veo mi reflejo en ellos. En esos momentos recuerdos las puestas de sol que contemplo desde el autobús cuando cruzo por el puente, y cómo un sol enorme y anaranjado se despide para darle paso al anochecer. Tus ojos son como ese pasadizo secreto que siempre buscamos cuando somos niños y no descansamos hasta encontrarlo o imaginarlo. Y ahí me veo, reflejado tal como suelo contemplarme en las ventanillas del autobús, pero preguntándome si eso es lo que realmente tú ves de mí. ¿Te acuerdas cuando fuimos de pesca?, ese día el sol brillaba sobre el agua y los peces parecían poder tocarse con las manos. Ambos nos metimos hasta las rodillas dentro del agua y cuando intentamos tomar un pez, nos vimos reflejados en el agua. Entonces nuestras manos se detuvieron. Quedaron congeladas en el aire. Y nos contemplamos uno al otro en la superficie del río. Te veías tan bella. El brillo del sol sobre el agua parecía polvo de estrellas sobre tú rostro. Y la manera con que me mirabas, esa misma que siempre me deja perplejo tras verla en tus ojos. Yo, en tus ojos, soy eso, esa manera de mirar que es distinta a todas, y termino creyendo que es culpa del amor, no del enamoramiento, sino del amor.

A veces, mas que nada en las noches cuando duermes y yo padezco insomnio, me siento en la silla mecedora del zaguán a contemplar el cielo. Las estrellas titilan de manera incesante pero yo sé que solo es una ilusión óptica que causa la atmósfera, que no es real, que si estoy en el espacio ellas no titilarían. Pero eso no lo he visto yo, lo aprendí, lo leí, lo adopté. Pero yo siento que tú si me ves y llegas al corazón de las estrellas, y lo ves todo, ves todo en mí. Es como sentirse desnudo con una agradable sensación en la que no sientes vergüenza, solo percibes libertad. ¡Cuanta magia!, eso pienso esas noches. El mundo es mágico, ¿lo sabías? Hay cosas que jamás nos podremos explicar, que por más que pensemos y usemos lógica no se podrán discernir. La forma en que me ves me encanta. La forma en que me miras me encanta. Las miradas difícilmente se olvidan. Yo, en tus ojos, produzco esa luz, la misma que tú produces en mí.

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